Cuentos mitológicos narran cómo Pigmalión fabricó una estatua de marfil con su ideal de mujer y se enamoró de ella. Muchos siglos después, J. Sterling Livingston recupera el mito para aplicarlo a la gestión de empresas, y plantea el llamado efecto Pigmalion, por el que lo que un directivo espera de sus subordinados y la forma que tiene de tratarlos determinan su rendimiento y sus avances profesionales. Así, los grandes directivos son capaces de crear grandes expectativas de resultados excelentes respecto a sus colaboradores, y de transmitírselas, consiguiendo que ellos las alcancen. De hecho, los primeros jefes de un profesional recién contratado deberían ser los mejores de toda la Organización: parece una buena idea...
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AutorExplorador, dinamizador de negocios, gestor de equipos y profesor por vocación Archivos
Marzo 2017
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