¿Qué subyace en este desencanto por la innovación? Quizás, en primer lugar, la dificultad que las empresas tienen para cuantificar los retornos “intangibles” de sus inversiones, descritos por James Andrew – director de BCG en Chicago – del siguiente modo:
- Retorno en conocimiento: Durante el proceso de innovación, la empresa aprende.
- Retorno en ecosistema: Interrelaciones que se generan con los partners con los que la empresa desarrolla sus innovaciones.
- Retorno en atractivo: Las empresas innovadoras tiene más fácil retener a sus personas más talentosas.
La innovación debe ser un proceso que usa nuevo conocimiento y genera ganancias. Con proceso quiero decir algo que puede repetirse, implantado de modo sistémico, no dependiente de puntuales ideas geniales. ¿Qué hacer para conseguir su implantación en las empresas? Recurramos de nuevo a Andrew:
“Convencer a toda la organización de que la innovación realmente importa, redefinir las dinastías, asignar la gente correcta en el lugar correcto y brindar confianza a quienes toman las decisiones”.
Nota: Este post ha sido también publicado en el blog corporativo de SEAS