Siendo recíprocamente tan valiosos, resulta sorprendente la dificultad de conseguir que los objetivos de la empresa y
sus trabajadores estén alineados. Pienso que el gran mal radica en la falta de confianza en los dos sentidos: así, muchas veces los trabajadores estamos a la defensiva frente a las iniciativas empresariales, y no vemos los posibles beneficios individuales de determinados cambios ( la famosa "resistencia al cambio" ); a la inversa, las empresas no consiguen crear los cauces de comunicación ascendente que faciliten que las buenas ideas de sus trabajadores ayuden al objetivo común.
Acabar con este problema, romper barreras, explicar las decisiones, debe ser sin duda el camino para mejorar la
confianza mutua, y de este modo avanzar en pos del objetivo común: la "sostenibilidad" ( o sea, la seguridad futura ) de un tipo de empresa en la que sus empleados se sientan orgullosos de trabajar.